Hace 20.000 años, un viajero del Paleolítico se alejó del poblado, adentrándose en el bosque. Portaba entre sus manos un cuerpo difunto. Lo enterró. Una chispa en su interior le decía que la vida no acababa tras la muerte, y que había que honrar a los que se marchaban al otro lado. Había nacido la idea de la trascendencia del ser humano. El interés por lo desconocido. La curiosidad por saber qué hay tras las fronteras que marcan nuestros ojos.
Este libro es una puerta abierta al misterio. Un pasaporte para los que no han perdido esa cualidad que nos diferencia del resto de los animales: la capacidad de soñar…