Gálvez: un linaje ilustrado

La primera referencia importante relativa a los antepasados de los Gálvez de Macharaviaya, nos pone en guardia ante un hecho que se repetiría a lo largo de los siglos sucesivos: la relación de los Gálvez con las monarquías sucesivas, como si de un asunto genético se tratara. Ejemplo de ellos son los Gálvez del Postigo, que llegaron a Córdoba desde su origen vasco, siguiendo los pasos de Fernando III, ubicándose de esta manera en Andalucía. Este monarca, movido por la ayuda que prestaron en determinadas conquista, les concedió el título de Solar de los Postigos, lo que les dio, como es de imaginar, el apellido.

Dos siglos después encontramos a otro Gálvez, en este caso de  nombre Antón,  al servicio de los Reyes Católicos, prestando una valiosa ayuda en la toma de Granada.  Considerado como el padre de las ramas descendientes de Málaga y Granada,  fue muy bien tratado por los monarcas, ya que su participación en la  batalla sirvió para debilitar a un gran núcleo de rebeldes moriscos.

Ya entrados en el siglo XVI, Alonso de Gálvez participó junto a Felipe II en la labor de aplacar la sublevación musulmana. Apodado “El Rubio” o “El Bermejo”, su centro de operaciones fue la comarca de la Axarquía, a partir de lo cual  podríamos determinar que comienza la rama malagueña de la familia Gálvez. En el proceso de conversión o expulsión de los moriscos, y el repartimiento de tierras entre los llamados “cristianos viejos”, le correspondió a Antón de Gálvez Doñamayor su hacienda en la villa de Macharaviaya. A partir de ese momento van surgiendo sucesivos descendientes, todos ellos disfrutando de puestos de prestigio entre sus contemporáneos, ya fuere como alcaldes o como regidores, teniendo en todo momento bancos privativos en la iglesia, en  los que lucía su escudo de armas.

Sería en el primer cuarto del siglo XVIII, cuando comienza a gestarse una saga de héroes que darían mucho que hablar en las décadas venideras, cambiando el futuro de España y de las Indias. Todo comienza con el matrimonio de Antonio de Gálvez y Ana Gallardo, instalados en Macharaviaya. De ellos nacerían seis hijos, de los cuales dos murieron en su infancia Los otros cuatro, Antonio, José, Miguel y Matías estarían llamados por el destino a entrar a formar parte de la nobleza, con títulos tan importantes como Conde de Gálvez, Marqués de la Sonora, o Caballeros de la Real Orden de Carlos III.

Pero eso sería tiempo después, ya que la muerte del cabeza de familia sumió a la  familia en un deceso económico, que les obligó a luchar por la subsistencia a pesar de su hidalguía de sangre, lo que por otro lado era relativamente frecuente entre otros linajes de la época. De esa forma, los hermanos Gálvez y Gallardo, que años más tarde erigirían en el pueblo un lavadero, fuentes, escuelas, un empedrado que en la actualidad se conserva, carreteras de unión con la ciudad, y otras reformas importantes, pasaron alguna  que otra calamidad cuando aun eran unos niños.

Comenzaron una difícil andadura en labores agrícolas y ganaderas, a pesar de lo cual, su madre se esforzó para que los cuatro recibieran  una correcta educación, comenzando por su escolarización en el colegio de la cercana pedanía de Benaque. La suerte quiso que Antonio y Matías pudieran realizar carreras militares, mientras que José y Miguel se dedicaran a cursar Leyes.

Empezando la biografía de los cuatro hermanos, de mayor a menor edad, comenzamos con Matías de Gálvez y Gallardo, nacido el 24  de Julio de 1717 en Macharaviaya. Del matrimonio con su prima segunda María Josefa de Madrid, nacería el gran Bernardo de Gálvez, quizá el más esplendoroso de la saga, y  el que cerraría el ciclo de un linaje sin parangón. Pero de él nos ocuparemos en otro momento.

Su segundo hijo provocaría la muerte de su madre y la suya propia durante el parto, dejando a Matías en una condición de viudo que tan solo duró tres años, cuando volvió a contraer matrimonio Ana de Zayas en 1750. Con ella tuvo un hijo que murió siendo aun un niño, ya que por aquellos años las enfermedades e infecciones eran implacables con los más pequeños.

Una vez ingresado en el ejército, Matías destacaría de tal manera por su carácter, que  rápidamente ocupó el puesto de capitán general. Marchando a las Islas Canarias, pronto llegó a ser gobernador de la fortaleza de Paso Alto, así como teniente del Rey. Gracias al rápido ascenso de su hermano José bajo el mando de Carlos III, pudo Matías llegar a ser nombrado inspector general de las Tropas y Milicias de Guatemala.  Así comienza la aventura americana de Matías

El gesto de generosa ayuda por parte de José a todos sus hermanos fue fundamental para la escalada de su hermano mayor a puestos cada vez mayores, y en 1779 ocupa el cargo de secretario del Despacho de Indias. Como tal, comienza a realizar  grandes obras, entre ellas levantar de la nada la nueva ciudad de Guatemala, ya que la antigua había sido devorada por las fauces de un terrible terremoto. Aquello comienza a hacer popular a Matías entre los guatemaltecos, debido a su preocupación por el pueblo y a su carácter llano y desenfadado.  El conocido desde entonces por los ciudadanos de Guatemala como “Padre de la Patria”, construyó una Casa de la Moneda en la ciudad, para de esta forma despertar una decaída economía.

Debido a los frecuentes enfrentamientos bélicos entre ingleses y españoles en América, decidió formar un nutrido ejército con el que  defender sus plazas, y esta decisión fue totalmente acertada, ya que durante su vida tuvo que dirigir diferentes enfrentamientos bélicos, de los que salió victorioso dado su afán y preparación en el arte de la guerra. De esta forma logró expulsar a los ingleses del río de San Juan, en Nicaragua, y logró la  toma del fuerte de San Fernando de Osmoa.

De nuevo gracias a las buenas labores de José, que como Ministro de las  Indias se preocupó de que sus hermanos ascendieran en cargos, Matías de Gálvez tomó posesión del  preciado puesto de Virrey de Nueva España (México), en el año 1783. A partir de ese momento se desvivió por hacer de su trabajo una pasión personal, y su virreinato se vio plagado de grandes obras que todos los ciudadanos supieron apreciar y  admirar, tanto a nivel cultural como económico, pasando por grandes reformas sociales que fueron muy beneficiarias para el  pueblo.

Tras todas estas acciones, es lógico que el monarca español le tuviera gran estima, ya que al igual que sus hermanos, había elevado el listón español a lo más alto. Finalmente fallece de una enfermedad contraída en uno de sus enfrentamientos bélicos, el 3 de Noviembre de 1784, siendo su hijo Bernardo de Gálvez quien le sucedió en su importante cargo, aunque solo estaría al frente de este por un año escaso, ya que falleció prematuramente como apuntaremos más adelante.

Sin duda alguna, de los cuatro hermanos fue José de Gálvez el más importante dentro del mecenazgo de Carlos III, y fue además gracias a él que sus hermanos fueron ascendiendo de manera rápida, aunque como hemos visto y veremos, todos ellos contaban con sobradas cualidades para mantener tales cargos.

Nacido igualmente en Macharaviaya, un 2 de Enero de 1720, destacaba por ser un niño con una ágil  inteligencia, que lo ponía por delante de todos sus compañeros y amigos. Se diría que estaba llamado desde su infancia a ser en el futuro un personaje importante, y desde luego que no traicionó  las expectativas que muchos tenían sobre su persona. Fue el obispo Diego González del Toro quien, en una visita a la villa, quedó prendado de su personalidad, decidiendo desde ese momento costear sus estudios, en un principio en el seminario, y finalmente en Salamanca para cursar Derecho. Esta fue sin duda alguna una ayuda providencial,  ya que de otra  forma, con la  mermada economía familiar,  hubiera sido casi imposible.

Tras obtener su Doctorado en la Universidad de Alcalá de Henares, decidió ejercer en Madrid. En esa época contrae matrimonio con María Magdalena de Grimaldo, una joven proveniente del País Vasco que falleció tan solo un año después  sin haberle dado descendencia. Un año después se casa acertadamente con Lucía Romet, madrileña de origen francés, lo que le permite conocer al embajador de Francia en España, y aun siendo en ese momento abogado de los Reales Consejos, empieza a ejercer de abogado de la embajada, lo que le aporta un inusitado prestigio.

Cuando Carlos III se convierte en el nuevo monarca español, el nuevo embajador francés, el marqués de d´Ossún, no solo decide tener a su lado a José de Gálvez, sino que además, sorprendido ante sus dotes intelectuales, lo nombra su secretario particular. Aquello le permite ir ascendiendo en cargos a partir de 1760: abogado de Cámara del príncipe Carlos y alcalde de Casa y Corte.

Su escalada a las américas se produce en 1765, cuando es elegido visitador del  Virreinato de Nueva España y miembro honorario  del Consejo de Indias.  Dada su condición de persona inteligente e ilustrada, llevó a buen  puerto su labor de inspeccionar los  tribunales  de justicia, y de llevar a cabo enormes reformas en todos los sentidos: económicas, sociales, culturales, políticas  y militares. Logró mejorar los beneficios de España en México saneando la economía, controlando diversas fábricas de tabaco, promoviendo la minería, favoreciendo la pesca de perlas.

Debido a que por aquel entonces el juego de los naipes estaba en boga, José de Gálvez decidió poner en práctica una idea que por un lado favoreciera económicamente a la corona española, y por otra pudiera beneficiar a su nunca olvidada tierra natal, Macharaviaya. Junto a su hermano Miguel, deciden ubicar en la villa una fábrica de naipes, que sirviera para exportar barajas al Nuevo Mundo.  De esa forma, la  localidad  de convertiría en punto de mira de toda España, y se crearían numerosos puestos de trabajo, lo que favorecería también la llegada de inmigrantes, aumentando demográficamente la población.

El negocio, sin embargo, no lo fue tal para la corona española, por diversos motivos. Instaurar la fabrica en un pueblo perdido en la sierra era un gasto extra, ya que al no contar con los medios adecuados, debía hacerse el papel en otro lugar, en este caso en el Arroyo de la Miel, y ser transportado a Macharaviaya, con el consecuente desfase temporal. Por otro lado, solamente se vendieron un diez por ciento de las barajas enviadas a Nueva España, a pesar de contar con el monopolio que les permitió Carlos III. Esto era debido a una circunstancia inverosímil: las barajas eran de una calidad pésima. Las cartas tenían diferentes tamaños;  el cartón usado se deshacía con un mínimo de uso; la tinta se borraba al poco tiempo y causaba manchas; incluso a veces, a las barajas le faltaban cartas. Resulta curioso que un ilustrado de tal inteligencia como José de  Gálvez, cometiera un error como ese, que terminó con la clausura de la fábrica en mitad  de terribles pérdidas económicas.  Pero, como veremos más adelante,  ¿fue realmente un error?

Dejando de lado por ahora el asunto de los Naipes, cabe reseñar que José de Gálvez, a pesar de ser un hombre de letras, supo en determinados momentos ponerse al frente de un ejercito, y llevar a cabo incursiones tan sumamente peligrosas, que muchos apodaron al español como “el  loco de California”. A la vez, fundó diversas misiones franciscanas para colonizar determinadas zonas.

Durante  su labor como Ministro de las Indias logró finalizar con éxito las campañas que se propuso, logrando la  ocupación de la Alta California, si bien hay determinados pasajes de su vida que se empañan con circunstancias algo extrañas. Se habla de adquirió una extraña enfermedad de la que nada se sabe, que llevaba a sufrir alucinaciones y ataques de locura. Mientras algunos piensan que eran ataques  fingidos para evitar realizar determinadas incursiones militares, otros creen que la dolencia era real, y debida a  su agitada y estresada vida.

Cuando regresa a España  en 1772, la monarquía española solo tiene elogios antes sus triunfos, y le concede el prestigioso título de Caballero de la Real Orden de  Carlos III. Con sus cincuenta y cinco años cumplidos, contrae matrimonio con María Concepción Valenzuela, igualmente de sangre noble, con la que trae al mundo una hija, María Josefa de Gálvez y  Valenzuela. En 1785 se le acumula un nuevo título a sus anteriores, impuesto por la monárquica en agradecimiento por su labor en América: marqués de la Sonora.

Una vez ubicado en su ciudad natal, comienza a realizar obras socioculturales de gran envergadura, muchas de las cuales coexisten en nuestros días. Abre el puerto de Málaga al comercio con América; abastece de agua a Macharaviaya con creación de fuentes y un lavadero, y a Málaga con su ayuda económica en la construcción del acueducto de San Telmo; crea el consulado de Mar y Tierra; instaura escuelas en su pueblo y su pedanía principal, Benaque. Precisamente en Macharaviaya ayuda a la reconstrucción de la iglesia, y es creado el panteón familiar, dentro de una cripta a tal efecto ubicada bajo el altar mayor. Al igual que hicieron con él en su infancia, José de Gálvez comenzó a ayudar a los jóvenes mas destacados de su pueblo de manera económica. Igualmente creo el Real Colegio Náutico de San Telmo, donde se acogían a huérfanos de toda la ciudad.

Después de una vida de intenso trabajo y de ayuda a sus hermanos en la escalada al poder político y social, fallece de manera repentina el 17de Junio de 1787, sospechándose que pudo haber sido envenenado, aunque no hay evidencias palpables que apoyen esta tesis. Por decisión propia, haciéndolo constar en su testamento, es enterrado en el panteón familiar de los Gálvez, en Macharaviaya, dentro del mausoleo que hoy día se puede contemplar en la cripta.

Nacido en Macharaviaya el 30 de Noviembre de 1725, Miguel de Gálvez tendría el nombre originario de Andrés Luis, al que dos décadas después ampliaría anteponiendo el de Miguel. Cursó estudios de leyes, tras los cuales buscó trabajo en la Corte, en un intento por posicionarse social y económicamente. Al contrario que sus hermanos, nunca abandonó su soltería.

Realizando sus labores profesionales en Madrid, es nombrado por Carlos III alcalde Casa y Corte. Una vez que ingresa en el Cuerpo Jurídico Militar, alterna la alcaldía con la labor de asesor de la Casa Real. Cesa en 1774 para tomar el cargo superior ministro togado en el Consejo de Guerra, lo que aprovecha para realiza diversas reformas, entre ellas las creaciones de Montepíos para ayudar a los huérfanos de familias militares.

Debido a la gran atracción que Miguel siente por su tierra natal, Málaga, recibe con gran alegría el titulo de regidor perpetuo en el consejo de dicha ciudad. Bajo su dirección, se construyen nuevos caminos en la localidad, de mucha utilidad para los ciudadanos, que le tenían mucho aprecio al ilustrado malagueño, y también  se interviene en la problemática de las inundaciones provocadas por la afluencia del río Guadalmedina. En esa época es nombrado ministro plenipotenciario en la Corte de Berlín.

En 1779 se le concede el título de caballero de la Real Orden de Carlos III, como a sus hermanos, por su labor en pro del país. Pero estos no serian los únicos títulos que ostentaría, ya que a ese podemos sumar los siguientes: Consejero de Guerra; Gobernador de la Junta del Montepío Militar; Presidente de la Real Academia de Derecho Patrio, Publico y Practica de Tribunales; Ministro de la Real Junta de Correos; Superintendente General de Penas de Cámara del Real Fisco de la Guerra, entre otros.

Cabe destacar que durante su estancia en Rusia, intentó por todos los medios promocionar su tierra natal, y solicita a la Hermanad de Viñeros que envíen a la emperatriz Catalina un amplio surtido de vinos malagueños. La mujer quedó tan complacida por sus sabores que ordenó inmediatamente su importación, librando de aranceles el comercio en los puertos rusos. Aquello supuso un enorme beneficio para la Remandas de Viñeros de Málaga, quienes en agradecimiento nombraron a los hermanos Gálvez Gallardo miembros de la Venerable Hermandad de Jesús Nazareno de Viñeros de Málaga, con todos sus privilegios y exentos del pago de cuotas.

Cuando su salud empezó a decaer, solicitó al monarca Carlos III licencia para regresar a España. Tras recibir el permiso se pudo en camino, pero los inconvenientes de un largo viaje en tren empeoraron su estado, y tuvo que detenerse en un hospital de Ghota, en Alemania, donde falleció el 14 de Julio de 1792.

Aunque su deseo era ser enterrado en Málaga, su cuerpo hubo de pasar algunos años en Alemania por problemas económicos de la familia. Tiempo después su cuerpo es trasladado en el anonimato para evitar gastos, y custodiado finalmente en la cripta de su pueblo natal, bajo la iglesia de la cual el mismo se encargo tiempo atrás de su remodelación, corriendo con todos los gastos.

El más pequeño de los hermanos Gálvez Gallardo nació el 29 de Septiembre de 1728 en Macharaviaya, tomando el nombre de Antonio. Parece claro que era el menos aplicado de los cuatro, y a pesar de especializarse en las artes militares y lograr diversos ascensos, nunca alcanzó la fama de Matías, José y Miguel. En 1750 contrae matrimonio con Mariana Ramírez, adoptando a una niña que muchos creían hija ilegitima de Carlos III.

De carácter algo más agrio que sus hermanos, Antonio fue nombrado administrador general de Canarias en 1777. Además de eso, intenta influir en una mejora de las relaciones entre España y Marruecos. Pero su verdadera meta era avanzar en materia de política exterior, con la idea de alcanzar puestos parecidos los que tenían Matías y José de Gálvez, sin llegar a conseguirlo, ya fuera por su menor diplomacia o por su excesivo temperamento.

Un año después le es cambiado su puesto por el de administrador del puerto de Cádiz, después de serle agradecida su labor anterior. Aquí logro nuevos avances importantes, como una mejora en las relaciones mercantiles con los países africanos, pero es durante esa época cuando sufre terribles pérdidas económicas debido a que a veces los súbditos de Marruecos no abonaban los pagos de los pedidos, y era él mismo quien corría con esos  gastos de su  propio bolsillo.

La época más gloriosa para el menos destacado de los cuatro hermanos fue cuando en 1783, se le otorga al coronel Antonio de Gálvez la Cruz de Caballero Pensionista de la Real Orden de Carlos III. Su alegría debió ser inmensa al verse  merecedor de este privilegio.

Dentro de las labores realizadas a favor de su querido pueblo natal, encontramos la colaboración, junto a sus hermanos, en la fundación de las escuelas de Primeras Letras que se erigieron en Macharaviaya y Benaque, del que Miguel de Gálvez, su hermano, sería el primer director. Otra muestra de su amor por la tierra que le vio nacer fue la  creación de una ermita en el pueblo bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, que en la actualidad no existe.

Después de una vida repleta de supuestos problemas económicos, y decidiendo en su testamento ser enterrado, no en su pueblo natal, sino en el Real Convento de San Luis, falleció el 29 de Diciembre de 1792 en Madrid, pocos meses después de morir su hermano Miguel.

Si de heroicidad popular se trata, debemos señalar con el dedo a Bernardo de Gálvez como héroe internacional, habiendo alcanzado más fama que su padre y sus tres tíos. Hijo de Matías de Gálvez, fue el que cerró el ciclo de un linaje irrepetible en la historia de nuestro país. Tras su muerte, casi a la par que la de sus familiares antes mencionados, la importancia de los sucesivos Gálvez fue decayendo hasta caer en el olvido, entre otras cosas porque el único hijo varón de los Gálvez Gallardo fue el propio Bernardo, y éste solo tuvo a su vez un hijo, que murió soltero a principios del siglo XIX. La demás descendencia fue exclusivamente femenina.

Hijo de Matías de Gálvez y de Josefa de Madrid, el niño Bernardo vio la luz en Macharaviaya el 23 de Julio de 1746, siendo hijo primogénito del matrimonio. El segundo y último hijo de Matías y Josefa nace dos años des pues, causando la muerte de su madre durante el parto, y falleciendo igualmente ocho años después, contando Bernardo con diez años de edad.

Con muy poca edad emula los pasos de su padre e ingresa en la Academia Militar de Ávila. Sus avances en cuestiones militares fueron fulgurantes, ya que su personalidad y valía física eran muy de resaltar, destacando en sus primeras campañas. Con tan solo dieciséis años de edad, el joven Bernardo de Gálvez marcha a combatir contra el país lusitano, aliado de los ingleses. Ya en aquel entonces era teniente de infantería.

De nuevo gracias a la labor de José de Gálvez, su tío, Bernardo logra empezar carrera en América, como capitán del Regimiento de Infantería, luchando contra la rebeldía de los apaches. Logró un éxito importante, marcando las primeras pautas su heroicidad, a pesar de ser herido por armas blancas, lo que le provocaría secuelas  de por vida. Parece claro que su propia vida no era importante para él, en comparación con su deseo de luchar por su país, y aquello le hace de nuevo ascender en escalafones, convirtiéndose en 1770 en comandante de las Armas de Nueva Vizcaya y Sonora.

Después de permanecer un tiempo en México junto a su tío José, regresa a España, donde lo nombran cofrade de la Real y Noble Congregación del Dulce Nombre de Jesús de Vélez Málaga. Tras eso comienza a servir al regimiento de Cantabria, destinándose su persona al país galo. Su ir y venir por el mundo le sitúa en 1775 en Argelia junto al Regimiento de Infantería, estando al frente de la Compañía de Cazadores. A pesar de ser herido en plena contienda, y desobedeciendo las ordenes de sus superiores, se lanza a la batalla hasta ver logrado el triunfo de los suyos. Aquella insólita proeza le hace ascender a teniente coronel de los ejércitos.

Pocos meses después, el monarca Carlos III lo elige como hombre de confianza para instalarse en Luisiana para levantar la economía y repoblar las tierras. Así que, designado coronel del Regimiento Fijo de Luisiana y gobernador interino, viaja a Estados Unidos, donde empieza a conseguir estupendos logros en su labor, incentivando la agricultura y la industria, repoblando la zona principalmente con españoles, y cortando de raíz el contrabando británico, dejando vía libre a Francia para el comercio fluvial, que reemplazaría al inglés.

En 1777 contrae matrimonio con María Feliciano Saint-Maxent, hija de franceses pero natural de Nueva Orleans, con la que tuvo tres hijos: Miguel, Matilde y Guadalupe, aunque a esta última no llegaría a conocerla dado el inminente fallecimiento del militar. Un año después de casarse, Bernardo tiene el privilegio de fundar en Estados Unidos una ciudad que llevaría su apellido, Galveztown.

La encarnizada guerra contra los ingleses se recrudeció, y a Bernardo le correspondió organizar ejércitos para tomar las plazas que aquellos tenían en diferentes lugares. Ayudado incluso por los indios nativos, fueron tomando algunos de esos puntos, favoreciendo a España con el comercio de pieles. Tanto es así que Carlos III lo nombra mariscal de campo.

Después de conquistar Mobila, el paso más importante era la toma de Pensacola o Panzacola, que comienza en Febrero de 1781. Tras una fiera lucha y luchando en inferioridad de hombres contra el ejercito de ingleses apostados en el puerto, que golpeaba fuerte con su artillería, los soldados de Bernardo no se atrevían a enfrentarse a  una muerte segura. Entonces, un 18 de Marzo, insta a sus soldados de nuevo a la lucha, y ante el miedo y la negativa de estos, se monta absolutamente solo en su bergantín, decidido a enfrentarse a cientos de hombres, gritando una frase que sería muy famoso a partir de ese momento: “Yo solo”.

Aquel acto heroico hace que sus soldados se envalentonen y vayan tras él, y en  una desigual batalla, en la que los españoles eran inferiores sen número, Bernardo logra la victoria de forma insólita, lo que le hace ascender al cargo de teniente general, y le procura diversos títulos de parte de un agradecido Carlos III: Caballero Pensionado de la Real Orden de Carlos III; Comendador de Bolaños en la Orden de Calatrava; Gobernador y Capitán General; Superintendente e Inspector de las Provincias de Luisiana y de la Florida en la América Septentrional; Teniente General del Ejército de Operaciones. Su escudo de armas, después de esta hazaña, y previo permiso del monarca español, pudo ostentar el emblema de un bergantín con la leyenda “yo solo”, y el nuevo héroe disfrutó del privilegio de obtener la denominación de Conde Gálvez.

En Junio de 1785 entra en Nueva España (México) para ocupar el puesto de Virrey, que queda vacante tras la muerte de su padre Matías. Se convierte en un mandatario muy querido, ya que incluso aloja en su palacio a los mendigos y los alimenta de sus propias arcas. Además de eso, comienza solucionar problemas económicos de la región, y a construir carreteras y caminos, siempre pensando en el bienestar de la población.

Sorpresivamente, la muerte se apareció ante Bernardo un 30 de Noviembre de 1786, tan solo un año después de fallecer su padre, y contando con cuarenta años de edad. Se dice que la causa se debe a la caída de un caballo, lo que le provoca lesiones graves, pero otros historiadores sospechan que fue debida al disgusto que sufrió tras enterarse de que había llegado a los oídos de Carlos III cierta información sobre su persona. Aunque todos apuntan a que esa información era referente a que Bernardo buscaba alzarse contra el monarca desde su puesto en México, cosa que era falsa, la reciente investigación inédita sobre los Gálvez nos lleva a pensar que tal vez dicha infamia, que no sería tal en realidad, era referente a la otra cara, la oculta, de esta gran familia ilustrada.

Al igual que su padre Matías, su cuerpo fue enterrado en la Iglesia del Colegio  Apostólico de San Fernando de México, aunque su corazón y entrañas se mantuvieron en una urna en la Catedral de la misma ciudad. Queda como recuerdo, a la vez que la ciudad de Galveztown, tantas veces maltratada por los huracanes, una estatua ecuestre de su figura en Whashintong. Con Bernardo de Gálvez, como antes decíamos, se cierra un ciclo irrepetible, en el que unos personajes nacidos en un humilde pueblo de la Axarquía, llegaron a lo más alto de la política y cultura de nuestro país y al otro lado de sus fronteras. Cinco héroes que marcaron un hito en España.