Me encantan las viejas tradiciones. Cuando me contaron que hace siglos, durante el fundido de la campana de Árchez, una lagartija cayó y quedó entre el metal, y que eso le ha otorgado el poder de ofrecer buena suerte si la golpeas tres veces con los nudillos, allí que fui a probar en la compañía de la entonces alcaldesa del municipio. Suerte me trajo, sí, porque descubrí una villa llena de encanto.