Existe una tesis que dice que, en el pasado, existió una raza de superhombres, de gigantes, que fueron dejando sus huellas en diferentes puntos del planeta y en diferentes momentos de la historia. Sólo en la provincia de Málaga he hallado crónicas del descubrimiento de un cráneo enorme en un yacimiento romano, de unos fémures gigantescos en un yacimiento árabe, de huellas descomunales en el polvo de una cueva durante una exploración en el siglo XVIII, y ahora, gracias al investigador Antonio Guerrero Solano, me he tropezado con la huella de un pie enorme en un paraje de Alhaurín el Grande. Así que fui inmediatamente a verla, a medirla y a sacarle un molde. No era para menos.