La historia no tiene desperdicio. En el siglo XVIII, unos marineros estaban a punto de naufragar por culpa de una repentina tormenta. En el momento más peligroso, un Cristo aparece flotando en las aguas, con una banda verde anudada a la cintura. La tormenta amainó de golpe y el Cristo desapareció. Los marineros quisieron localizarlo en alguna iglesia de la Axarquía, a cuyas costas arribaron emocionados. Después de un largo periplo, encontraron en Almáchar lo que buscaban: un Cristo con una banda verde anudada a la cintura, que casualmente había desaparecido del templo la noche de la tormenta, apareciendo después con la túnica mojada de agua salada y con algas en los pies.