Cuando hace más de dos décadas me dijeron que en Churriana vivía un señor al que apodaban «Antonio el de los OVNIs», me lancé a su encuentro. Quería conocer sus experiencias de contacto. Recuerdo la primera vez que entré en la vivienda de Antonio Calderón, y le dije que quería entrevistarlo. «¿De qué medio de comunicación eres?», me preguntó. «De ninguno. Sólo me interesan mucho estos temas», respondí. Me miró con cierto recelo. «Venga ya, en serio, ¿de qué medio eres?». «De verdad, no hago esto para ningún medio». Aquel recelo duró un tiempo, pero con el paso de decenas de visitas a su «santuario», Antonio descubrió a un chaval apasionado por el mundo del misterio. Y yo descubrí a un hombre con una sabiduría muy especial.