«Aunque todo sea gris, y no pueda soñar, y me quiera morir. Tú me haces creer que se puede escapar si hay ganas de huir». Compuse «A tu lado» el 9 de diciembre de 2015. Creo que es una canción que define perfectamente a ese «ángel de la guarda» de carne y hueso que aparece en el momento en el que más se le necesita, esa persona que te hace saber que en mitad de dolor se puede respirar.
«Has vapuleado a este tipo raro, que apenas tenía ganas de vivir». Fue el 11 de enero de 2016 cuando compuse «Escúchame», regresando a esas canciones que narran la aparición de la persona perfecta en el momento perfecto, esa que resucita en ti las ganas, la ilusión, las metas, la prisa.
«Dime si tú puedes verme o si ya no estoy aquí. Dime si soy un fantasma o si sigo junto a ti». Allá por el mes de noviembre de 2015 nació «Háblame», una canción triste (sin Hill Street ni ná) en la que el prota se siente casi un fantasma.
“Te derrites como un caramelo, haces que me ponga a 100. Este coche, de noche, es mejor que un hotel”. Compuse “Tu cremallera” el 19 de febrero de 2016, e imaginé la escena dentro de un viejo Cadillac y al protagonista con un tupé a lo John Travolta en Grease, preguntando: “dime hasta dónde, nena, puedo llegar”. Como no podía ser menos, la aventura es a ritmo de country.
«Quiero pedirte un favor, y no te puedes negar. Tú la conoces muy bien, ella te puede escuchar». «Díselo» está compuesta en esa fecha indeterminada entre 1993 y 2001, aunque en agosto de 2015 sufrió una intensa revisión. Es la historia de la petición de un gran favor a ese amigo que puede hacer de intermediario en una relación que se ha ido al carajo.
«Cómo pasa el tiempo, arrasando todo, sin pedir permiso, con cara de ogro». Siempre lo dije: no sé componer canciones por encargo. Jon White llevaba tiempo dándome la brasa para que escribiera un tema que hablara sobre el paso del tiempo. Por más que le di vueltas a la cabeza, la canción no venía, y así se lo hice saber. Pasaron los meses, y una tarde, como otras tantas tardes, nació un tema llamado «Maldito reloj». Cuando se lo enseñé a Jon, me dijo: «esa, esa era la canción que yo quería». Así de caprichosa es la inspiración.
«Agradezco tu amabilidad de informarme mandando un whatsapp, que lo nuestro ya se terminó y que me deseas lo mejor». «Una rubia en el vaso» nació el 30 de agosto de 2015, y forma parte de ese pequeño listado de canciones «macarras» de la nueva etapa de composiciones musicales. Y ahí está el protagonista, atrincherado en un bar, con una rubia en el vaso y otra rubia del brazo.
«Me subes hasta el cielo amarrado a tu cuerpo. Susurras en mi oído lo que quiero escuchar». «Y al final» nació en 2010, un año en el que apenas compuse dos o tres canciones como una especie de ejercicio para quitar el óxido a los engranajes.
«Con la fuerza de un ciclón, en la penumbra de mi cama, hoy te has vuelto a convertir en la señora de mi alma, compañera de mis noches y el adiós de mis mañanas». «Y te amaré», compuesta el 5 de septiembre de 1996, y revisada profundamente en julio de 2015, es la historia de un amor oculto.