«Me acostumbré a soñar cuando aprendí a volar, aferrado a un libro a mis siete años, entre páginas». Hay canciones conmemorativas. Esta celebraba mis cuarenta tacos. Se titula «40».
«Quiero escapar del pasado y vivir a tu lado sin miedo al dolor. Quiero aguantar el aliento y poner los cimientos de un mundo mejor». «A solas» es una canción sobre la superación y el optimismo. Es empezar de cero, es abrir las ventanas, es salir a pasear, es jugar como un niño, aunque a tu alrededor el mundo se caiga a pedazos.
«Fuiste compañera en mis sueños y en mi cama. Corazón de niña escondido entre sábanas». «Amor prohibido» es una canción de amores imposibles. La compuse hace muchos años, pero su mensaje continúa estando igual de vigente en nuestro días.
«No tenía nada, hasta que llegaste tú». La canción «Amor, amor» la compuse recién cumplidos los dieciocho años, y siempre fueron una melodía y una letra a las que les tengo un cariño muy especial.
«Dame la mano, echemos a volar, a cualquier sitio que tú quieras ir, lejos de gente que nos quiere mal, porque no saben vivir». Esta canción, «Aquellos que hablan», la compuse no hace tanto tiempo. Las primeras notas nacieron a mediados de 2016, aunque quedó en un cajón hasta que en abril de 2020 la recuperé para terminarla. Viene a decir, en resumidas cuentas, que pases tres kilos de lo que digan los demás, y que no te dejes condicionar por esa gente tóxica que busca el consuelo del tonto: son menos infelices si logran que tú también seas infeliz.
«Así soy yo, desnudo ante la gente, eterno sonriente ante la adversidad. Así soy yo, sin miedo a los fracasos, amigo del abrazo de la libertad». «Así soy yo» fue una de mis primeras canciones, compuesta allá por 1993, cuando era un joven con el pelo por los hombros y cara de asustado. Es quizá una de mis canciones más autobiográficas y dio nombre a la cinta de casete que publicaría poco después.
«Algunas veces me arrepiento de lo estúpido que fui. Ahora tú vives por él, mientras yo muero por ti». La canción «Buenas noches» dio muchas vueltas. Tracé sus primeras líneas en una fecha incierta entre 1993 y 2001, para recuperarla en octubre de 2015 y finalmente rematarla en marzo de 2016.Viene a decir que hay trenes que pasan una sola vez, que hay barcos que zarpan y no regresan.
«Paró su coche, abrió la puerta. De una patada me sacó afuera. Ahora embellezco la carretera, atropellado en la cuneta». En abril de 2016 compuse «Bufón de un rey». Es una canción escrita con mucha rabia, la misma que sienten todo aquellos que aman a los animales, en este caso, especialmente, a los perros.
«Maldita sea mi suerte, maldito sea el destino, que puso tu sonrisa donde la viera yo». Es una de mis creaciones recientes. «Canción de amor a primera vista» nació en noviembre de 2015, dentro de la hornada tan prolífica de aquel año.
«Cómo pasa el tiempo, arrasando todo, sin pedir permiso, con cara de ogro». Siempre lo dije: no sé componer canciones por encargo. Jon White llevaba tiempo dándome la brasa para que escribiera un tema que hablara sobre el paso del tiempo. Por más que le di vueltas a la cabeza, la canción no venía, y así se lo hice saber. Pasaron los meses, y una tarde, como otras tantas tardes, nació un tema llamado «Maldito reloj». Cuando se lo enseñé a Jon, me dijo: «esa, esa era la canción que yo quería». Así de caprichosa es la inspiración.
«Sé que no puedo ir a restaurantes caros, que mis calzoncillos no son Calvin Klein. Sé que siempre apesto a perfume barato, y que de Armani nunca vestiré». A veces, las cosas más importantes son las que se guardan en las cajitas más pequeñas. Así lo conté en «Contigo todo es magia».
«De hace un tiempo hacia acá, sólo sé respirar, si me subo a esta tabla de náufrago». No es una frase hecha. Os juro que, desde niño, han existido varias tablas de náufrago que me han salvado la vida: la literatura, los misterios, la música. Sin ellas, no sería el hombre que soy. Sin ellas, sencillamente no sería…
«Qué daría yo por poder rozar con los dedos, lo que ayer soñé pero se escapó con el viento». Es otra de esas canciones escritas en dos épocas. Los primeros acordes de «Qué daría yo» nacieron entre 1993 y 2001, para ser rematados en abril de 2016. Es la historia de aquel que, pudiendo elegir lo que le convenía, escogió por casa el infierno.
«Y ahora cambiamos de acera, a saltos por la carretera, con tal de no pasar por el mismo lugar». 2015 fue un año prolífico. En septiembre nació «Recuerdas», una de mis canciones que mejor define lo que ocurre cuando el amor desaparece. Y es que no siempre quedan rescoldos donde hubo fuego.
«Hablemos del que intenta y no consigue, del que nada sin flotar, del que va contracorriente sin saber a dónde va, y que al final se pierde». «Tal vez mañana» es una de esas canciones escritas en momentos de bajón. Buena parte de ella fue compuesta entre 1993 y 2001 (donde tuve momentos de bajón a saco), aunque terminé de revisar la letra en agosto de 2015 (con más momentos de bajón para no perder la costumbre). El prota es un personaje triste y anodino que ve pasar la vida por su lado sin ser capaz de aferrarla, siendo víctima de un chute de mala suerte que le dura tela de tiempo.
«Que tu cuerpo sea para mí, un lienzo en el que yo te pinte de color. Que tu cuerpo sea mi motor, la fuerza de un ciclón. Y ahora escucha…». Que conste: escribí «Un lienzo» como una especia de desafío. Me dijeron: «no eres capaz de escribir una canción estilo latino, de esas que ganan Grammys». Pues me puse y salió…
«La semana pasada mi novia me dejó, me echaron del trabajo, mi perro se escapó. Este coche no arranca, le falla el inyector, y mi puto casero ayer me denunció». Fue otro desafío. Estábamos Jon White y yo en la sala de ensayos, en un descanso, y me dijo: «¿eres capaz de improvisar una canción de humor?». Le dije que podía probar y le pedí que me marcara algunos acordes. Tocó a la guitarra unos segundos, me concentré, y en pocos minutos nació «Y volé a Marte». Al final la improvisación fue tan simpática, que llegamos a cantar el tema en algún que otro concierto.
«Qué triste es volver a casa, qué triste es mirar alrededor. Y ver tan sola nuestra cama, nuestras paredes y aquel rincón, donde solías descansar». La idea nació hace un par de décadas. Quería componer una canción dedicada a todos aquellos que se marchan antes de tiempo. La rematé en julio de 2015, cuando nació definitivamente «Vuela», un tema que refleja el dolor y el vacío que queda ante la partida al otro mundo de un ser querido.
«Si la vida no se inventara con cada golpe de fantasía, más valdría cerrar los ojos, y olvidar. Y si el destino no se dignara a darnos tregua en algún momento, mejor sería buscar valor para luchar». «Y luchar» nació el 7 de noviembre de 1997, aunque la revisé profundamente en julio de 2015.Su lema: a pesar de las hostias que nos da la vida, siempre hay motivos para luchar, entre otras cosas, porque hay sueños que se hacen realidad.
«Sabes que no quiero estar ni un segundo más sin ti. Eres la única mujer junto a la que soy feliz. A tu lado quiero hacer todo lo que un día soñé. Mi única verdad eres tú, y quiero que sepas que…». «Te amo» nació el 25 de julio de 2015, y es una canción de amor a la cual Jon White le lavó la cara, proponiendo una melodía que fue la que finalmente usamos en los conciertos. Al César lo que es del César, y a Jon lo que es de Jon.
«Mi mano en tu mano, tu boca en mi boca, amándonos. Mi alma en tu alma, tu cuerpo en mi cuerpo, queriéndonos». «Y amanecerá» es otra de esas canciones que nació entre 1993 y 2001. En este caso, la versión que usamos en los conciertos es aquella que utiliza la música compuesta por Jon White, que mejoraba en mucho a la melodía original.
«Me subes hasta el cielo amarrado a tu cuerpo. Susurras en mi oído lo que quiero escuchar». «Y al final» nació en 2010, un año en el que apenas compuse dos o tres canciones como una especie de ejercicio para quitar el óxido a los engranajes.
«Me da igual si es por un día, o si es toda la vida. Quiero estar entre tus brazos hasta despertar. Me robaste hasta el aliento cuando pasaste a mi lado. Sólo quiero aprovechar esta oportunidad». Esta canción, «Me conduce a la locura», compuesta el 26 de julio de 2015, podría parecer que ofrece un mensaje insustancial. Pero, si la oyes con atención, también tiene su punto.
«A saber dónde diablos está mi hijo, una mañana gris desapareció. Mientras limpiaba platos en la cocina, un oficial de rango se lo llevó. A mi mujer apenas me dejan verla, no compartimos juntos ese colchón. No sé dónde carajos pasa la noche, hay quien la ha visto en aquel barracón». El 19 de mayo de 2016 tuve la extraña idea de componer «Holocausto», una canción que tratara sobre los campos de concentración nazis. Era un extraño cambio de registro en mis textos, pero el resultado creo que fue interesante.
«La luz pálida de una lámpara, alumbraba en silencio la habitación. Tumbado lloraba en la cama, y en la mesa una carta de adiós» .Otra canción, «Una carta de adiós», que vio nacer sus primeros acordes entre 1993 y 2001, y que fue completada en letra y música en julio de 2015.
«No me gusta la verdad, vivo inmerso en lo incierto. Más que el cielo, tras morir, quiero el clima del infierno». «Soy un hombre póstumo», compuesta el 21 de julio de 2015, es una de mis canciones favoritas de la nueva etapa en la música Es oscura y sórdida, pero muestra las tripas de esos artistas, de esos creadores que, para inspirarse, necesitan vivir una existencia al límite de lo establecido.
«Agradezco tu amabilidad de informarme mandando un whatsapp, que lo nuestro ya se terminó y que me deseas lo mejor». «Una rubia en el vaso» nació el 30 de agosto de 2015, y forma parte de ese pequeño listado de canciones «macarras» de la nueva etapa de composiciones musicales. Y ahí está el protagonista, atrincherado en un bar, con una rubia en el vaso y otra rubia del brazo.
«Ojos oscuros como el azabache. Pelo negro como el carbón. Recostada junto al mediterráneo, en esa olla que duerme junto al mar». Con estas palabras describí a la mujer malagueña en la canción que lleva precisamente ese título, «Malagueña», y cuyos primeros acordes nacieron el 6 de mayo de 2016 cuando estaba cruzando un paso de peatones. No es broma.
«Te derrites como un caramelo, haces que me ponga a 100. Este coche, de noche, es mejor que un hotel». Compuse «Tu cremallera» el 19 de febrero de 2016, e imaginé la escena dentro de un viejo Cadillac y al protagonista con un tupé a lo John Travolta en Grease, preguntando: «dime hasta dónde, nena, puedo llegar». Como no podía ser menos, la aventura es a ritmo de country.
«Al nacer la primavera, en tu cárcel te encontré. Y pagando tu fianza, a mi casa te llevé». Así comienza la historia de una adopción. Escribí «Panchita» el 9 de julio de 2015, y en los conciertos siempre jugaba a cantarla y después preguntar al público quién era Panchita. «Una amiga mexicana», gritaban algunos. Pues no. Es mi perrita, a la que rescaté de la protectora por aquellas fechas. Una historia de amor perruna.
«Noche sin final, nube que al pasar arrastra mi desolación. Algo que no puedo ni quiero controlar, tan solo dejarme llevar». «Amándote» es de las canciones compuestas en mi primera etapa, y de las que conservan la fecha en el manuscrito: 18 de septiembre de 1997. «Al gritar tu nombre vuelas sobre mí». Suena bonito. Es como el silbidito de Pepito Grillo… o como decir tres veces Verónica frente al espejo.
«Amiga mía, qué dichoso soy de poder hablarte. Cuando tú me miras me siento alguien, y me siento nadie si tú no estás». Esta canción, «Amiga mía», fue iniciada entre 1993 y 2001, aunque pasaría por una revisión de la letra y del estribillo en agosto de 2015.
«No saber a dónde vas, un misterio sin respuesta. Una extraña sensación, que te abraza y no te suelta. Así es el amor, cuando llama a la puerta. Así es el amor, cuando camina tan cerca». El 8 de septiembre de 1996 me senté ante un papel en blanco para intentar explicar qué carajo es el amor. Y salieron montones de significados en forma de frases. De esa manera nació «Así es el amor», una canción que fue revisada en julio de 2015.
«Sientes en ti la alegría y el valor para luchar contra el mal. Un manantial de agua clara con amor por la que continuar. Pero alguien te hace daño, y no puedes remediar, que el cielo se haga pedazos sobre las olas del mar». Fue la segunda canción que compuse. Tenía 16 añitos. Iba de copiloto en el coche de mi abuelo, desde Torremolinos hasta Málaga. Era de noche. En un momento de silencio, me atrapó la tristeza. Ya sabéis, con esa edad todo se magnifica. Recordé algo que provocó que me viniera abajo. Y allí, en el coche, en mi cabeza, nacieron los primeros acordes de «Cuando nadie te comprende». Ahora la escucho, treinta años después, y no puedo evitar un pellizco en el estómago.
«Acércate, mujer, juguemos a las cartas. Yo siempre a corazones. Tú juegas a espadas. Te chas un farol, presiento que haces trampa. Me ganas de nuevo, te llevas la mano. No entiendo nada». Siempre me gustaron esas canciones que usan un símil constante como línea argumental. «Cartas en la manga», compuesta el 8 de marzo de 1998, usa el símil de una partida de cartas.
«Si he perdido la noción del tiempo es porque necesito escuchar tu voz. Y ya no sé ni por dónde voy, ni dónde estoy ni quién soy yo». Las primeras notas de «Si tú también piensas en mí» nacieron también en esa fecha algo incierta entre 1993 y 2001, aunque el tema fue revisado en agosto de 2015, fecha en la que reescribí el estribillo. Siempre le vi cierto aire de ranchera, y a veces fantaseaba conque la Durcal la cantaba. Pero se me murió en 2006.
«Disfrazaré de olvido mi tristeza, sólo por dar la cara a los demás. Pero en silencio lloraré tu ausencia, ese espacio que nadie podrá ocupar». «Si tú te vas» nació el 22 de mayo de 1998. Los primeros ensayos fueron muy curiosos. Por medio de las páginas de contacto de un periódico local, entablé amistad con un joven peruano que tocaba la guitarra. Con él, y dentro de un viejo trastero lleno de cacharros, ensayé por primera vez este tema, grabando esas pruebas en un destartalado reproductor de casetes.
«Hace tiempo que te veo mirándome a los ojos como si fuera un perro. Hace meses que me miras como si te la pegara nada más doblar la esquina». «Casanova» no tiene muchos años. La compuse el 28 de marzo de 2016. No es el estilo al que estoy acostumbrado, pero esa noche quise componer algo diferente, con una letra entre simpática y resentida.
«Hace dos años que sigo impaciente tus pasos, buscando en la calle las huellas que dejas. Pregunto en los bares si saben algo de ti». «Cómo vivir» también fue compuesta entre 1993 y 2001, aunque la revisé profundamente en julio de 2015. Su letra me parece tan actual como a finales del pasado siglo. Describe esa manera que tenemos los seres humanos de hacernos la vida imposible aferrándonos a cosas que ya no existen.
«Esta noche sólo busco que me tiendas una mano, el saber que en la batalla tú peleas a mi lado». «Esta noche» es una canción de la última hornada. La compuse en la noche del 1 de mayo de 2020. Es una historia de complicidad en los malos momentos, de amistad cuando de verdad se necesita. De compartir fusil y trinchera ante la adversidad.
«Cuando a mi vida quisiste zarpar, se te olvidó un lugar donde anclar. Y aceptaste la mentira y rechazaste la verdad, y a esta playa del olvido fuimos a a parar». «Náufragos», compuesta entre 1993 y 2001, regresa a los símiles, en este caso el mundo del mar. No en vano la compuse a dos pasos de la playa. Vale, no es Mediterráneo de Serrat, pero también tiene su aquel.
«Ahora soy un ladrón, rompiendo escaparates, intentando encontrar con qué alimentarme. He robado un parchís, menudo disparate, si soy el único superviviente que ha quedado en el mundo». La génesis de «Parchís» es la caña. El 2 de abril de 2016 dimos un concierto en Garrucha, Almería. Esa noche nos reunimos en una de las habitaciones del hotel, y jugamos al desafío de improvisar una canción con unas palabras escritas en un papel por el contrincante. Cuando me tocó, inventé una melodía y una letra con aquellas palabras, obteniendo como resultado una graciosa canción llena de humor. Gané la prueba. Ya en casa, el 14 de abril, recordé la escena y me di cuenta de que la melodía era muy buena, con lo que le añadí una nueva letra, en este caso relacionada con una hecatombe mundial que convertiría al protagonista en el único superviviente del planeta.
«Recuerdo a veces la primera vez. Nos tropezamos sin saber por qué. Yo me atreví a decirte Hola, qué tal. Tú te giraste sin mirar atrás». El 16 de mayo de 2017, caminando por la calle, se me vino a la cabeza una melodía. Disimuladamente, como muchas otras veces, abrí la grabadora del móvil y la tarareé. No sería hasta el 10 de marzo de 2019 que, oyéndola de nuevo, le puse letra, naciendo así «Quiero olvidar», una historia tristona y gris.
«Ríe, que el mundo siga su camino, que todos crean convencidos que tú te has quedado atrás. Ríe, que nada puede hacerte daño, si dejas de subir peldaños, y buscas la felicidad». «Ríe» la compuse el 17 de abril de 2016, y es un buen manual para alcanzar la felicidad. A Jon White le gustó tanto que se la apropió, y desde entonces siempre la canta él y no me la devuelve.
«Esta noche tu almohada soy yo, mañana vete a saber. Ojalá nos descubra a los dos la luz del amanecer. Esta noche tu almohada soy yo, mañana verte a saber. Si despierto y no escucho tu voz, será que me equivoqué». «Tu almohada» la compuse el 31 de mayo de 2016. Como buen observador que soy, para esta canción me inspiré en cierto affair amoroso que estaba viviendo un amigo.
«Un hombre se estremece temblando de frío. Un anciano comiendo de un contenedor. Me pido vacaciones que rompan mi hastío. Subir a un rascacielos sobre Nueva York. Hay un niño llorando porque tiene hambre, cada uno de sus huesos marcando la piel. Sus brazos son delgados como dos alambres. Ya es tiempo de rebajas en El Corte Inglés».